El atardecer acompañaba lo suficiente, cálido, el sol bajo, un buen aperitivo, las guitarristas pasando de lo más suave, de un fondo clásico, a lo más popular: participantes de toda Europa (y alguno de más lejano) acabaron cantando Volare al unísono, entre sonrisas y aplausos.
Más tarde, hacia el final de la cena, acabamos con la famosa Habanera La Bella Lola y el consabido baile de servilletas aéreas.